jueves, 23 de julio de 2020

Manifiesto en defensa de Edward Cullen

¡Hola a todes! No os voy a engañar, hoy escribo para quejarme. MJ y yo hemos acudido, como cada año, al festival Celsius 232 en su año más complicado y polémico. No obstante allí fuimos, armadas con mascarillas, gel desinfectante y mucha ilusión. Y pasó algo que nos puso un poco... nerviosas.

Este año hubo un gran número de autores y autoras que escribieron novelas vampíricas, así que el festival se centró en esta temática para organizar las charlas. Una de ellas resultó ser una mesa redonda para hablar de la figura del vampiro en Europa y su evolución. Y una de las ponentes mencionó (y cito) que había que rescatar la figura del vampiro después de que la destrozaran con esos que no mencionaremos pero que brillan. Según ella, el género quedó tan hundido que hay que renovarlo volviendo al origen. 

Ya habíamos oído varios comentarios parecidos de unos cuantos escritores a lo largo del festival, así que con éste ambas llenamos el cupo. Por eso se nos ocurrió que yo escribiera una entrada sobre  por qué me parece de posturetas y clasistas meterse con Edward Cullen, aunque piense que la saga de libros me parece objetivamente mala. Y ya de paso mencionar que, para tratarse de autores que se creen tan buenos, podrían ser un poco más originales, porque el chiste del vampiro que brilla se quedó ya en 2016.


jueves, 2 de julio de 2020

Lo que hacemos en las sombras, o vampiros que hacen la colada.

¡Hola a todes! Hace mucho que no traía una reseña y me apetecía hablaros de una comedia que descubrí hace poquito. La encontré en la plataforma de streaming efilm Asturies, así que quizá la encontréis también en vuestra comunidad autónoma.

- Título original: What we do in the shadows
- Año: 2014
- Director: Taika Waititi y Jemaine Clement
- Género: terror y comedia
- Reparto: Taika Waititi, Jemaine Clement y Jonathan Brugh
- Duración: 86 minutos

La película es un mockumentary o falso documental que sigue la vida de cuatro vampiros que se han establecido en Nueva Zelanda. No os preocupéis, el equipo de cámara se ha preparado con crucifijos y más equipos de seguridad. Además los vampiros han jurado que no los tocarán durante la grabación del documental.

No os dejéis lleva por semejante sensualidad. Son un peligro.
El punto fuerte de esta película es que es sencilla, sin más pretensión que la de hacer reír al espectador, pero eso sí, trayendo de vuelta al vampiro es su esencia más tradicional y gótica. Si os gusta el género, descubriréis de un vistazo en quién se basa cada personaje y la disfrutaréis aún más, pero los vais a desmitificar rápido, no os voy a engañar. Y es que la película eleva lo cotidiano hasta llevarlo al absurdo, que es una frase repelente y super cursi pero aquí pega, ahora veréis por qué.

La película te propone lo siguiente: los vampiros tal y como los conocemos existen y están entre nosotros haciendo sus cosas de vampiros: ser sensuales, peligrosos, asesinar vírgenes y beber su sangre en copas de oro. Hasta aquí todo perfecto.

Pero... ¿esas copas quién las friega? Porque claro los vampiros no lavan, tendrán que llamar a alguien, ¿no? ¿Y se arriesgan a que esa persona los delate, o la matan? Pero si tienen que hacer que venga alguien cada vez que haya que limpiar y luego se lo cargan ¿no levantarán sospechas? ¿Entonces qué? ¿Contratan una asistenta? ¿Y el tema de la sangre? ¿Sabéis lo difícil que se quitan las manchas de sangre en el sofá? Habrá que colocar periódicos para que no se manchen, porque tienen cuatrocientos años de antigüedad, la compraron en Pensilvania cuando fueron de visita y la empresa cerró hace mucho, por supuesto. ¿Pero qué vampiro pone periódicos para no manchar? ¿Entonces qué hacemos? ¿Todavía no hemos solucionado lo de las copas? ¿CÓMO NOS ORGANIZAMOS?

Pilláis el tono, ¿verdad?

No sabéis que necesitáis ver a un vampiro probándose ropa hasta que veis a un vampiro probándose ropa. Porque claro, no se puede reflejar en los espejos, habrá que encontrar la manera de conjuntar el outfit, ¿no?



La trama te propone cosas tan cotidianas, tan de la vida real que se vuelven absurdas y desternillantes cuando las hace una criatura temible y sobrenatural como es un vampiro. Por eso me ha gustado tanto esta película, porque utiliza el humor tonto de manera muy inteligente, y no se suele ver tanto, parece que tienes que elegir entre uno u otro. Pues que le den al mundo, yo me quedo con los dos.

Mi recomendación es que, si os muerde la curiosidad (perdón, tenía que ponerlo), la veáis y os dejéis llevar. No penséis mucho y la disfrutaréis un montón. Venid al mundo en el que los vampiros tienen tablas de tareas pegadas en la nevera de la cocina, no os arrepentiréis.

Y no os olvidéis de dejar la ropa blanca en casa si queréis cenar con un vampiro.



Arantxa

lunes, 22 de junio de 2020

Series que quiero ver

¡Hola a todas!

No hace mucho os hablaba de esas películas que tenía pendientes de ver y les tenía ganas. Así que he pensado hacer lo mismo con series que, como no, empiezan a engrosar mi lista de pendientes.

No me enrollo más ¡allá vamos!


jueves, 18 de junio de 2020

Personajes cuquis que no soporto: el síndrome Maurice

¡Hola a todes! Hoy me apetecía contaros una teoría que hemos desarrollado mi tiempo libre y yo y que he llamado "El Síndrome Maurice", sus causas y algunos ejemplos que todos reconoceremos.

El Síndrome Maurice es la reacción de rechazo que me producen ciertos personajes de ficción que se caracterizan por ser dulces, tiernos, amables y que siempre se meten en líos.

Lo sé, así de golpe suena rarísimo, por eso es importante conocer las causas de este fenómeno, que podemos clasificar en dos: uno personal y otro de desarrollo de personaje. Empecemos por el primero, que es el más tonto y así nos lo quitamos rápido de encima.

Tengo un sentimiento de protección hacia el débil muy alto. Si veo un personaje bueno sufrir mi instinto más primario me hace querer ayudarle o cuidarle como sea. Y eso en ficción da mucho asco, porque no puedes hacer nada más allá de mirar y esperar que todo se solucione.

La segunda causa, mucho más interesante, se basa en la construcción de personajes en ficción, y para explicar esto no hay mejor ejemplo que la personita que da nombre a este Síndrome: Maurice, el padre de Bella en La Bella y la Bestia.

Maurice es un abuelete entrañable; es amable, gracioso, comprensivo, respetuoso, distraído y extravagante; adora a su hija más que a nada en el mundo, no sólo la quiere tal y como es si no que la ayuda a olvidar las críticas y acusaciones de los vecinos y la anima a que luche por lo que ama y sea quien quiere ser. Y todo esto lo sabemos en su primera aparición, en una escena que dura, más o menos, un minuto.

Maurice es adorable, está diseñado para que lo ames a los 0.5 nanosegundos de conocerle. Por favor, ¿lo habéis visto con sus gafas de inventor? ¡Yo quiero darle un abrazo! Para los espectadores es muy complicado no sentir cierto nivel de apego y cariño, así que el guionista decide explotarlo.

Maurice, rompiendo corazones desde 1991

Ya hemos visto la construcción de personaje de Maurice, veamos ahora su importancia en la historia. Aquí es donde la cosa se complica. Después de una presentación magistral nuestro abuelete se va al mercado a vender sus inventos, y a partir de aquí vamos cuesta abajo y sin frenos. Maurice se pasa la película metiéndose en problemas: se pierde en un viaje que lleva años haciendo, lo secuestran, lo intercambian por su hija, pide ayuda en el pueblo y lo maltratan, lo acusan de chiflado... ¡Pero si hasta estuvo a punto de morir por congelación! ¡Dos veces! 

¿Recordáis que mi instinto de protección es un pelín alto? Imaginad lo que un personaje así me hace sentir cada vez que aparece en pantalla. La sensación es muy dolorosa, hasta el punto de causarme rechazo. Cada vez se me hace más y más difícil ver al padre de Bella  en pantalla aunque lo adore, porque sé que, en cuanto aparezca, va a sufrir y yo no puedo hacer nada para evitarlo... Salvo mirar o pasar la película más adelante y ahorrarme la agonía. Qué dura es la impotencia.

Es un personaje hecho para hacernos sufrir, y en mi caso lo consiguen, a veces demasiado.

Un caso parecido sería mi amado y dulce Quasimodo, de El Jorobado de Notre Damme. La particularidad aquí es que Quasi tiene un arco de personaje mucho más completo, así que esa sensación sólo aparece al principio, sobretodo en una escena que sí o sí tengo que pasar desde hace años porque me deja hecha pedazos. Quasi es dulce y bueno, quiere libertad, ser como es sin que lo juzguen y está bajo el yugo de un señor que lo enclaustra y lo maltrata psicológicamente con la excusa de protegerlo. La diferencia con Maurice es que Quasimodo evoluciona a lo largo de la historia (más le vale, es el protagonista): hace amigos, se atreve a desobedecer a su amo por mucho terror que le produzca, ayuda a la gente en lo que puede, y al final es él quien salva a las personas y no al revés. No está diseñado para causarte tristeza (bueno, un poco sí); esa sensación es necesaria para apreciar más su evolución y desarrollo en la trama, para que veamos hasta qué punto ha sabido superar sus miedos y todas las cosas malas que han pasado y hacerse un huequito en el corazón de París. Y, de paso, en el mío.

Yo me bajo de la vida, es que lo adoro, madre mía.
Vamos con el último ejemplo, el más reciente. Llegados a este punto me doy cuenta que todos los personajes que he mencionado son de Disney, ¡maldito sea!

Hablemos de Baby Yoda. ¡No me matéis, que le quiero mucho! Además os lo advertí en mi resumen cuarentenoso, los que lo leísteis sabíais que este momento llegaría. Baby Yoda es un bebé (lo sé, cuesta creerlo) por un propósito claro y directo: vender peluches y figuritas. La parte buena es que le dieron un peso narrativo que funciona y encaja en la trama. Y a partir de aquí, advierto:

Si no habéis visto nada de The Mandalorian, voy a desvelar la sinopsis de la trama, así que quizá no queréis leer esto. Se viene spoiler del primer episodio, avisades quedáis.

The Mandalorian es la historia de un cazarrecompensas solitario que encuentra una posible presa y la acaba protegiendo. No hace falta que explique quién es la presa, ¿verdad?

Esto cuadra con el comportamiento animal estándar. Las crías de cualquier especie nos infunden la necesidad de protegerlos y cuidarlos, es un mecanismo de defensa. Como curiosidad, creo que en humanos nos lo produce sobretodo el olor de los bebés. Al no poder protegerse por no estar completos en su desarrollo, su mejor defensa es ser adorables. Y estaréis de acuerdo conmigo en que funciona. Pueden no gustarte los niños, pero jamás les haríamos daño, y las veces que ocurre nos resultan más dolorosas de lo normal.

Baby Yoda nos infunde ese instinto tan primitivo, casi animal. Es frágil y vulnerable como cualquier bebé (al menos, eso creemos), por ello es necesario cuidarlo y protegerlo. Mando lo pilló rápido, a su pesar. Es el personaje secundario más útil a nivel de desarrollo: no hace nada, no necesita guión porque su principal arco de acción es estar ahí y dejarse querer (y se deja). Para nosotres, la implicación es obvia: si hay que proteger al bebé y estamos en una serie de aventuras, por fuerza ese bebé se tiene que meter en problemas. Y ahí es donde yo exploto, gracias a mi querido Síndrome Maurice. Porque reventaría a cualquiera que le toque un solo pelo de la cabeza de ese bichito, incluido el Mandaloriano, si hiciese falta. Pero, una vez más, no puedo meterme dentro de la tablet, coger al pequeñín, llevármelo y agotarle a abrazos y besos. Tengo que limitarme a increpar y hablar con un aparato electrónico, con la esperanza de que me escuche y que no le pase nada al pequeñajo.



Como podéis ver es algo que me resulta frustrante, pero hasta que no pueda meterme en los aparatos y en la trama, poco puedo hacer.

Me quedo con varios nombres en el tintero, pero me estaría repitiendo. Por favor, decidme que no soy la única que se ha sentido así en algún momento. ¿Hay alguien que sufra un poquitín el Síndrome Maurice? ¿Con qué personajes os pasa? ¡Hagamos grupo!

Arantxa


domingo, 14 de junio de 2020

Aracnefobia, de Celia Añó

¡Hola a todas!

Hoy regreso con reseña de libro y repite Celia Añó con su novellette Aracnefobia. Me la leí hace unos meses pero no podía dejar pasar la oportunidad de compartir mis impresiones. 

Así que ¡allá vamos!

-Título: Aracnefobia
-Autora: Celia Añó
-Género: Fantasía
-Editorial: Literup (Web)
-Nº de páginas: 160

Existe una verdad indiscutible Aracne, hija de la Viuda de Armeló  y Adrien, su protector quieren matarse el uno al otro. Y os prometo que queréis saber por qué.

domingo, 7 de junio de 2020

Tipos de escritores y Proyecto Coraza

¡Hola a todas! 

Ha pasado un mes (algo más) desde que os hablé de Proyecto Coraza y ha llegado el momento de volver a retomarlo. Así que he venido a hablar de mi libro jaja. No, ahora en serio, hoy quiero tocar el tema básico de los tipos de escritores porque no tengo nada claro lo que soy y quizá puede ser de ayuda para algún alma perdida como la mía

¡Allá vamos!

jueves, 4 de junio de 2020

Un resumen cuarentenoso

¡Hola a todes! Antes de empezar no puedo dejar de daros las gracias por todos los comentarios preciosos que habéis dejado, tanto aquí como en mi otro blog. Muchísimas, muchísimas gracias, de verdad. Sois geniales.

En esta entrada os voy a contar un resumen de lo que he estado haciendo esta cuarentena en cuanto a libros, pelis, etc. No os voy a contar todo porque esta entrada sería eterna, pero para que os hagáis una idea os diré que pasé por todas las fases del confinamiento excepto la de tragarme películas, libros y series sobre pandemias y enfermedades. Lo respeto pero no lo comparto, yo prefiero evadirme que hundirme aún más en esta realidad tan rara que vivimos.

¡Allá vamos!